miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Cuerpo


El cuerpo duele cuando no le damos lo que necesita.
El cuerpo es movimiento y acción.
Cuando los anhelos del alma se quedan estáticos en el mundo de las ideas, el cuerpo duele.
El cuerpo duele por exceso de trabajo o ausencia de éste.
Cuando logramos equilibrio entre cuerpo y mente, no hay dolor.


miércoles, 14 de abril de 2010

Frases Sueltas...

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Si quiero algo, lo busco; si lo busco, lo encuentro; si no lo encuentro, lo creo.

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Un buen líder no es aquel que ordena qué hacer, sino que enseña a hacer, haciendo.

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Quien es capaz de limpiar su propia mugre, es capaz de todo.

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Si no estás dispuesto a aceptar los desafíos domésticos, ¿qué te hace pensar que podrás afrontar los desafíos del mundo?

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El amor es el mayor motor. El conocimiento es el camino. La verdad es nuestro destino.

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viernes, 9 de abril de 2010

La Vida es un Juego


La vida es como los videojuegos: se comienza en un nivel básico, sin herramientas o con escasas o precarias herramientas. Las herramientas pueden presentarse en forma de armas, destrezas, poderes, rangos (dependiendo de la categoría del juego: acción, aventura, deporte, competencia, etc.). El juego está conformado por niveles; cada nivel tiene su grado de dificultad, el cual se va incrementando de manera progresiva. La dificultad de los distintos niveles son los obstáculos propios de cada juego, que el jugador deberá enfrentar y superar para poder avanzar a la siguiente etapa y continuar jugando. En la medida en que realiza acciones para enfrentar los obstáculos y los supera, el jugador adquiere nuevas herramientas con las cuales podrá afrontar nuevos y mayores desafíos. Es así como se gana el derecho de pasar al siguiente nivel. Pero en la dinámica del videojuego, la estrategia consiste en superar los obstáculos en ese mundo virtual, no en suprimirlos. Si se suprimieran los obstáculos, no habría juego.

De la misma manera, pretender erradicar, eliminar, matar o destruir todo aquello que nos molesta, nos desagrada o incomoda en el mundo real, es una postura pueril. Como en los videojuegos, en la medida en que nos enfrentamos a los obstáculos y dificultades, vamos endureciendo la piel, nos hacemos más fuertes. El propósito no es destruir el videojuego que nos desafía, sino adquirir el conocimiento y desarrollar las habilidades para avanzar hasta el final. Gana quien logra superar todos los niveles. Gana el que persevera; el que no se retira, no se rinde ni se frustra ante las dificultades. Gana el que usa su creatividad, ingenio e intuición para conducirse en ese mundo. Echa mano de sus recursos: a veces se mimetiza con el entorno, y en el momento oportuno, toma por asalto una posición estratégica que le permite vencer la dificultad y catapultarse a la siguiente posición.

Cada quien elije su juego, el que más le guste. Pero el jugador tendrá claro que sólo se gana el juego, jugando. Quejarse de la realidad del mundo es una pérdida de tiempo y de energía. Es tan solo una excusa, un vano intento de justificar -ante sí mismo y ante los demás- su inacción.

La satisfacción profunda y duradera que subyace a la sensación de logro a través del esfuerzo personal, no se compara con el placer pasajero y superficial que se experimenta con la adquisición facilista de las cosas. No es lo mismo ganar un trofeo o galardón por mérito propio, que obtenerlo por medios ilícitos, porque en definitiva, el valor no está en el objeto en sí ni en las alabanzas, sino en la conquista de sí mismo, en la plena conciencia de saberse digno de tal honor. Recurre al fraude, a la crítica y a la queja quien no se considera capaz de lograrlo por el camino del esfuerzo.

En los videojuegos, como en la vida, en definitiva gana quien logra descifrar el juego, y lo juega hasta el final.

lunes, 8 de febrero de 2010

¿Dónde está el Lobo?


“Juguemos en el bosque que el lobo no está aquí,
si el lobo aparece nos comerá.
¿Qué está haciendo el lobo?...”


Desde pequeños nos enseñaron a huir del lobo. Las rondas y los cuentos infantiles nos hablaban de un lobo malo. Un animal salvaje hambriento de carne humana. No había nada de bueno en el lobo, nada en él era rescatable. Sólo tenías que huir de él ¡Corre por tu vida!

Recuerdo el cuento de Caperucita Roja. Fue el primer cuento del que guardo memoria, y el que más veces me fue contado. No comprendía por qué me lo contaban tantas veces, si total a mí no me gustaba ese cuento… No terminaba de convencerme el cuento de que el lobo era malo. En lugar de identificarme con Caperucita y su dulce Abuelita, recuerdo haber sentido mucha simpatía y compasión por el lobo. La acción del cazador me parecía cruel: ¿por qué abrirle la panza al lobito para sacar a Caperucita y su Abuelita, y luego llenarlo con piedras? ¿las piedras no estaban demás?

Con el pasar de los años fui descubriendo que todo depredador tiene su presa, y ello es natural. Que el lobo es un animal asombroso. Que la Caperuza no es tan niña ni la Abuela tan dulce… y que el cazador es un mercenario más, de tantos que hay por allí.

El lobo es el arquetipo de lo salvaje –entendiendo por salvaje lo no culturizado, lo puro, sin corrupción-. El lobo es el instinto animal, el olfato, el conocimiento intuitivo, lo natural, lo esencial, lo básico; eso que tenemos en común todos los animales, y que el hombre civilizado ha pretendido olvidar… para diferenciarse –con aires de superioridad- de las demás especies.

Me gustan los lobos. Me gusta su abnegación por la manada y su fiereza. Me gusta su lealtad. Son una de las pocas especies monógamas que existe. Cazan en grupo y sólo matan para alimentarse, no por deporte. Me gusta la integridad del lobo.

Existe una notable diferencia entre el mono y el lobo, además de sus características morfológicas. Como bien anota Mark Rowlands, autor de El Filósofo y el Lobo: “Intriga y engaño son la esencia de la forma de inteligencia social que poseen simios y monos. Por algún motivo los lobos nunca recorrieron este camino.” Y continúa: “La maquinación y la mentira son la esencia de nuestra inteligencia superior.”

El mono es codicioso y calculador. Se deja deslumbrar fácilmente por el oropel. Si algo le atrae, de inmediato quiere poseerlo. “La idea de que el sentido de la vida es algo que se puede poseer es, intuyo, un legado de nuestra codiciosa alma símica. Para un simio tener es muy importante. Un simio se mide a sí mismo en términos de lo que tiene. En cambio, para un lobo lo crucial es ser, más que tener. Para un lobo lo más importante en la vida no es poseer una cosa o una cantidad de algo determinado, sino ser cierta clase de lobo.” Así nos dice Mark Rowlands, profesor de Filosofía de la Universidad de Miami, quien dice haber comprendido el sentido de la vida luego de haber vivido por más de diez años con un lobo llamado Brenin.

El lobo ha sido arrancado de nuestra psiquis, al igual que de nuestros centros urbanos. Si el lobo sintetiza nuestra naturaleza instintiva, y esta civilización nos ha privado de su presencia, ¿cómo reencontrarnos con el lobo? ¿Cómo saciar esta carne humana hambrienta del espíritu del animal salvaje?

¿Dónde está el lobo? Siento que muy cerca. Tan sólo es cuestión de quitarse la piel de oveja.

jueves, 28 de enero de 2010

Espejos


Al colocar un espejo frente al otro en una habitación, observo cómo la realidad del espacio entre ambos se refleja en uno y otro, una y otra vez hasta el infinito. Un efecto que causa fascinación, y una extraña sensación de dilución del Yo en esos espacios ficticios y eternos.

Me pregunto hasta qué punto la realidad que construyo es real, o sólo una proyección de proyecciones de otros. Si acaso somos espejos reflejando realidades virtuales, replicando las formas e imágenes de otros… eternamente. Qué tan real es que yo construyo mi realidad, o es sólo la proyección de un holograma predeterminado por una memoria que tiene grabada la información condicionada, y en el día a día, automáticamente, reproducimos o descargamos esos contenidos en el espacio-tiempo que nos es dado…

Cómo vernos la cara, sino es mediante un espejo… Entonces, las personas con quienes me relaciono, de menos a más cercanas, tienen algo o mucho que decirme de mí misma. Entonces, mis circunstancias de vida y situaciones que se me presentan, me están reflejando y me puedo ver en ellas.

Luego, puedo verme. Al ver lo feo o desagradable que me ocurre, puedo conocerme mejor. Aprendo más de mí misma. Lo incorporo y avanzo. Si no es así, es que estoy ciega, haciendo de espejo ante otro espejo y replicando la realidad –el drama- una y otra vez, eternamente.