Recuerdo que de niña, los adultos preguntaban
¿Qué quieres ser cuando seas grande? Hoy me salta la pregunta ¿cuándo se es grande? Porque se puede llegar a adulto, pero ¿qué es ser grande? ¿Por qué interrumpir un presente infantil con cuestionamientos existencialistas de un futuro lejano? ¿Por qué interrogar a la oruga y querer tener hoy las respuestas de mañana?
La pregunta
¿Qué quieres ser? comunica al interlocutor la idea de que aún no
es, dejando en la mente una sensación de escasez, de no estar completo, por lo tanto
quiero ser… En su lugar me gusta más
¿Qué quieres hacer? Porque el
ser ya es, mientras que el
hacer implica un espectro bastante amplio de posibilidades de realización.
Nos realizamos en el hacer. El
hacer es actividad. El
hacer es mutable, cambiante, activo, objetivo, universal.
El
ser es nuestra esencia y está completo. El
ser es estable, pasivo, subjetivo y particular.
Carteles como: abogado, médico, ingeniero, arquitecto, publicista, etc., no definen al ser, sólo identifican el hacer de una persona.
Por ello, personas que tienen múltiples intereses y actividades, que poseen dos o más profesiones o títulos académicos –en ocasiones inconexos unos con otros por obedecer a actividades de distinta naturaleza- o genios como Da Vinci, son difíciles de definir. Si formulamos la pregunta ¿Qué fue Da Vinci? habría que responder que fue pintor, inventor, anatomista, etc. Pero todas aquellas actividades que realizó Da Vinci en realidad definen su hacer. Da Vinci fue un ser, un hombre, y realizó múltiples actividades movido por su genio particular.
En el mundo de hoy se valida a la persona por su quehacer o quehaceres, por sus títulos académicos y de postgrados, porque el sistema así lo ha diseñado para diferenciarnos unos de otros, para facilitar el proceso de clasificación de las personas. Pero está probado que las acreditaciones no siempre son fiel reflejo del conocimiento, capacidad y competencia del sujeto que los ostenta.
El conocimiento es universal y hay más de una sola forma de acceder al mismo. Hay quienes primero realizan la trayectoria académica para luego pasar a la práctica de la disciplina u oficio aprendido, pero también hay quienes eligen aprender haciendo, y luego son nombrados
Doctor Honoris Causa por las instituciones académicas. Hay quienes se sienten muy bien realizando el aprendizaje de manera dirigida, mientras para otros este sistema resulta incómodo y necesitan buscar por ellos mismos el camino hacia el conocimiento. A este grupo la sociedad los llama “autodidactas”.
El ser se realiza en el hacer, pero el hacer no puede definir en su totalidad al ser. El hacer no puede abarcar al ser.
El ser es inconmensurable. Es un universo de posibilidades que se revela en la medida en que, a través de nuestras elecciones y decisiones, vamos hilvanando los sucesivos hacer y hacer.