domingo, 2 de enero de 2011

Ser y Hacer

Recuerdo que de niña, los adultos preguntaban ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Hoy me salta la pregunta ¿cuándo se es grande? Porque se puede llegar a adulto, pero ¿qué es ser grande? ¿Por qué interrumpir un presente infantil con cuestionamientos existencialistas de un futuro lejano? ¿Por qué interrogar a la oruga y querer tener hoy las respuestas de mañana?

La pregunta ¿Qué quieres ser? comunica al interlocutor la idea de que aún no es, dejando en la mente una sensación de escasez, de no estar completo, por lo tanto quiero ser…

En su lugar me gusta más ¿Qué quieres hacer? Porque el ser ya es, mientras que el hacer implica un espectro bastante amplio de posibilidades de realización.

Nos realizamos en el hacer. El hacer es actividad. El hacer es mutable, cambiante, activo, objetivo, universal.

El ser es nuestra esencia y está completo. El ser es estable, pasivo, subjetivo y particular.

Carteles como: abogado, médico, ingeniero, arquitecto, publicista, etc., no definen al ser, sólo identifican el hacer de una persona.

Por ello, personas que tienen múltiples intereses y actividades, que poseen dos o más profesiones o títulos académicos –en ocasiones inconexos unos con otros por obedecer a actividades de distinta naturaleza- o genios como Da Vinci, son difíciles de definir. Si formulamos la pregunta ¿Qué fue Da Vinci? habría que responder que fue pintor, inventor, anatomista, etc. Pero todas aquellas actividades que realizó Da Vinci en realidad definen su hacer. Da Vinci fue un ser, un hombre, y realizó múltiples actividades movido por su genio particular.

En el mundo de hoy se valida a la persona por su quehacer o quehaceres, por sus títulos académicos y de postgrados, porque el sistema así lo ha diseñado para diferenciarnos unos de otros, para facilitar el proceso de clasificación de las personas. Pero está probado que las acreditaciones no siempre son fiel reflejo del conocimiento, capacidad y competencia del sujeto que los ostenta.

El conocimiento es universal y hay más de una sola forma de acceder al mismo. Hay quienes primero realizan la trayectoria académica para luego pasar a la práctica de la disciplina u oficio aprendido, pero también hay quienes eligen aprender haciendo, y luego son nombrados Doctor Honoris Causa por las instituciones académicas. Hay quienes se sienten muy bien realizando el aprendizaje de manera dirigida, mientras para otros este sistema resulta incómodo y necesitan buscar por ellos mismos el camino hacia el conocimiento. A este grupo la sociedad los llama “autodidactas”.

El ser se realiza en el hacer, pero el hacer no puede definir en su totalidad al ser. El hacer no puede abarcar al ser.

El ser es inconmensurable. Es un universo de posibilidades que se revela en la medida en que, a través de nuestras elecciones y decisiones, vamos hilvanando los sucesivos hacer y hacer.

2 comentarios:

  1. Es cierto, el ser se realiza en el hacer y ese hacer a veces se relaciona con lo que hacemos para vivir. Sin embargo, somos lo que sentimos, lo que hacemos por los demás, lo que somos capaces de crear. Esto último tiene más valor que el coleccionar títulos, que en mi caso se guardan en una carpeta, solo por si acaso.

    Como siempre, profunda y sabia!

    Un abrazo,

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  2. Amiga querida, en tu caso, los títulos los llevas grabados en la frente ¡saltan a la vista! El esfuerzo, el bagaje de conocimiento, experiencias y vivencias por los cuales te hiciste acreedora a ellos, te constituyen en la mujer que eres ¡sos grande, che!

    Y sí, también somos lo que sentimos, lo que hacemos por los demás, lo que somos capaces de crear, como bien dices. En definitiva, somos mucho, mucho más que los estereotipos reduccionistas que pretenden cosificar al libérrimo ser humano.

    Gracias por tu comentario.

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