viernes, 4 de diciembre de 2009

Encontrando a Bergson


Buscando el concepto de intuición, encontré la siguiente definición en el diccionario Larousse: “conocimiento claro, recto o inmediato de verdades que penetran en nuestro espíritu sin necesidad de razonamiento”. Y fue así como de intuición pasé a intuicionismo y de allí a Bergson.

Henri Bergson, filósofo francés de origen judío (París, 1859 - 1941), llamado el filósofo de la intuición, fue una de las figuras más notables del siglo XX. Su pensamiento surge como reacción al excesivo racionalismo científico de la época. Su objetivo fue la defensa de la creatividad y de la conciencia o espíritu. Bergson poseía una sólida formación en matemáticas y ciencias, siendo una voz autorizada para abordar problemas de esas áreas. Exponía sus ideas con lenguaje metafórico, haciendo gala de un estilo literario lleno de imágenes y evocaciones sugerentes, desusado en el campo de la filosofía. Fue su singular estilo el que lo hizo acreedor al Premio Nobel de Literatura en 1927.

Encontrar a Bergson ha constituido para mí un verdadero hallazgo… Hasta ahora nunca había oído hablar de él, siendo que siempre anduve transitando, de una u otra manera, por los caminos de las Ciencias Sociales, la Filosofía y las Letras. Un respiro, una bocanada de oxígeno puro en medio del sofocante racionalismo y materialismo-consumista de nuestros días, así definiría mi experiencia al encontrar a este pensador.

La Neurociencia, con ayuda de la tecnología y sus equipos de diagnóstico por imágenes, nos permiten estudiar y conocer el funcionamiento del cerebro vivo. Místicos cristianos y budistas se prestan para colaborar con los científicos en sus investigaciones. La ciencia recién está intentando dar explicación a los fenómenos del alma humana. El hemisferio izquierdo, con su pensamiento digital, es el cerebro racional (lógico matemático, lenguaje, consciente); el hemisferio derecho, con su pensamiento analógico, es el cerebro intuitivo (creatividad, simbolismo, música, expresión gráfica, inconsciente) Me queda claro que el acceso al conocimiento no es privilegio único del cerebro racional. Existe un camino lateral que nos revela verdades que resultan inconmensurables a la razón.

Alguna vez dije que la dicotomía razón/intuición es comparable a caminar con ambos pies, izquierdo y derecho, pero por alguna razón insistimos en usar más el uno que el otro, lo cual nos hace cojear. En el mundo práctico, en los asuntos cotidianos de la vida, la razón nos es útil y necesaria. Pero si nos limitamos a funcionar sólo desde el pragmatismo racionalista, desde el paradigma de lo científicamente demostrable y matemáticamente medible, nos corroe el vacío interior, el nihilismo –como lo llamó Nietzsche- pues hay muchas cosas a las cuales no le hallamos el sentido porque escapan a nuestro entendimiento racional. Existen verdades a las que se puede acceder únicamente desde lo intuitivo, desde lo inexpresable, porque constituyen una experiencia directa del ser. ¿Cómo explicar la música, el arte, la poesía? ¿Cómo explicar el trance creativo; la íntima comunicación con otros seres, humanos o animales, sin necesidad de palabras? ¿Cómo explicar una experiencia mística, sino es viviéndola, sintiéndola?

Bergson nos invita a explorar ese camino lateral. No se trata de descalificar el camino racional, sino más bien, de ensayar otras habilidades que están allí para ser descubiertas. Pero ¿por qué nos resistimos a experimentar? ¿qué nos detiene? ¿a qué le tememos? ¿Por qué insistimos en el camino seguro de lo conocido? ¿Por qué insistimos en querer analizarlo todo, en categorizar, calificar, cuantificar, conceptualizar, medir y comprobar? ¿Por qué nos cuesta tanto abordar la experiencia vital de una manera más espontánea y directa, sin tener que pasarla por el tamiz del juicio racional?

La Física Cuántica nos revela nueva información que ponen a tambalear los conceptos de espacio y tiempo establecidos por la Física tradicional (Bergson también abordó este tema de manera magistral, y lo hizo antes que los cuánticos expusieran sus teorías). No todo está dicho, aún hay mucho por descubrir. Lo menos que podemos hacer es dejar una ventana abierta a la posibilidad de que no todo lo tenemos en control. Y talvez éste sea el punto. Quizás al ser humano le desquicia no tener el control absoluto sobre todas las cosas y situaciones que a él le conciernen. El afán de control denota inseguridad. Entonces, quizás sea nuestra inseguridad lo que nos detiene.

La inseguridad nos lleva a aferrarnos a las cosas, en el orden de lo material o de las relaciones humanas. Nos aferramos a los objetos o a otros sujetos. Entonces, ese apego se convierte en un fardo pesado que nos impide elevarnos. No ha de ser casualidad que aquellos individuos que son considerados más espirituales sean más desprendidos. Siendo así, cobra sentido la analogía del rico y el camello pasando por el ojo de una aguja. No es la cantidad de bienes materiales lo que nos impide acceder al reino de los cielos, sino el apego que sintamos por ellos. Entendiendo también que ese reino de los cielos no tiene porqué ser necesariamente un espacio concreto que nos espera luego de la muerte física, pues lo concreto sólo lo podemos experimentar en este plano de la existencia. En este sentido, podríamos experimentar el reino de los cielos aquí y ahora, en la medida en que nos desprendamos de las ataduras que nos ligan al sufrimiento que nos produce el apego.

Apego a las costumbres, a las creencias, a los bienes materiales, a las relaciones, a las adicciones... Apego al Yo y a lo mío, que nos distancia de los demás. ¡Ah!, si pudiéramos abordar la vida con la flexibilidad y naturalidad con la que lo hacen los niños, quienes aún no han desarrollado su corteza pre-frontal donde radica el juicio. Si pudiéramos enfrentar los cambios y situaciones nuevas con la frescura que ellos lo hacen… sin resistencia. “Sed como niños”, dijo el Maestro. Ahora entiendo.

Encontrar a Bergson ha sido un hecho feliz. Encontré un amigo inspirador, que burlando las diferencias de espacio y tiempo, llegó hasta mí para coincidir en el pensar y sentir.

2 comentarios:

  1. A medida que iba leyendo venian a mi mente varias ideas, de las que he rescato estas. Lei en un maravilloso libro de creatividad que, no solo los artistas son creativos, TODOS debemos serlo, los cientificos son, de hecho, artistas creando todo el tiempo, pues de no ser por la creatividad y la intuicion no descubririan nada ni se replantearan nada nuevo con nuevas e infinitas posibilidades.
    Y si creo en la intuicion aunque, paso por mi tamiz racional todas mis experiencias y las de mi alrededor. Pues considero que incluso la intuicion pasa a veces por este mismo tamiz, que esta modelado por las creencias y vivencias de cada uno.
    Lindo tema para comentar y de gran ayuda para ampliar nuestro tamiz :)

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  2. Qué buena reflexión! Somos en ocasiones tan racionales que nos reducimos a la hora de aprender y de comprender. El vacío que muchos generan en sus vidas (y que no notan) quizá se da porque creen haber comprendido todo, todo está dicho, no hay nada por descubrir, ni comprender, ya no encuentran satisfacción. Creo que estas reflexiones están vigentes, fabuloso que las compartas, ojalá otros se dieran tiempo para leerlas, hay muchos que tan jóvenes se han olvidado de buscar, de descubrir, de comprender.

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